Liberando mi Voz Auténtica
Cómo regresé a la naturalidad y gozo de compartir la divinidad de mi voz






Breve update sobre el YTT…
Antes de empezar esta carta sobre la liberación de mi voz desde las experiencias que tuve en el YTT/TTC, te quiero contar que hace 9 días concluí la certificación! Lo he celebrado en grande jajaja. Y hay taaaanto que quiero escribir de ello.
Como te lo he dicho en notas y tal vez te has dado cuenta en varias de ellas, dejé de publicar cartas ya que le di prioridad a todas las actividades, ceremonias, pláticas, viajes etc en vez de los tiempos que tenía para dedicarme a mi escritura; incluso mi journal ha quedado en espera con varias hojas pendientes que tiene solo títulos y frases que he dejado para elaborarlos después.
Aproveché cada experiencia para mi proceso creativo, tengo muuucho material para futuras cartas como la que me muero por contarte sobre mis nuevos tatuajes, el haber ofrecido mi primer clase de yoga, los principales aprendizajes durante toda la certificación exploradas desde la escritura intuitiva, la sacudida energética de Varanasi y el romanticismo de Jaipur & Agra, entre otras mini-historias que he reflexionado y compartido en conversaciones profundas con mis hermanas de yoga con quienes sigo viajando por el norte del país.
Con India no vives a medias. Hay que sentirla en plenitud, hay que estar presente, la amas o no, hay que abrazar toda esa intensidad con la que te abruma y te expande. Así que luego de entregarme a tan bella y provocadora tierra, aprovecho que tengo una breve pausa ahora que voy de camino a Rishikesh, en donde estaremos durante 1 semana para disfrutar de varios festivales y también para bajar el rush.
Regresé a mis borradores, este en particular tenía muuuchos días en proceso. Y ha sido tanto lo que quería incluir que fue hasta hoy que tuve el chance de acabarla y por tanto entender que lo mejor sería partir la reflexión y compartirte en dos perspectivas: la primera desde qué narrativa y espacio del cuerpo, mente y alma se liberaba mi voz y la segunda, en esta carta, con cada una de las historias y capas desde las que fui gozando de la potencia, profundidad y divinidad de mi voz.
* Antes de continuar, te recomiendo leer la primera parte de esta reflexión…
La Naturalidad y Curiosidad de mi Voz
Atreverme a expresar lo que soy y siento, me ha generado mucha amargura y a la vez ha abierto sin fin de caminos en mi vida hacia mis más alto destino.
Mi Cuerpo vuelve a expresarse con Naturalidad
Annamaya Kosha - Físico
Todo empezó desde la primer semana cuando tuvimos (mi hermana Mar y yo) la fortuna de encontrar una tienda de instrumentos musicales en la que el dueño, Radeesh, me presentó con un nuevo “juguete”, el Happy Drum. Este objeto con forma de ovni jaja, despertó de nuevo en mí esa alegría que tenía por tocar música sin partitura alguna. Sus sonidos singulares por su aleación de metales, atraparon mi atención al punto de que me vi llevándolo conmigo por Asia como si fuera mi nuevo piano, pero tocándolo estilo batería jaja. Fue tanta mi curiosidad que lo compré tan pronto pude, más el mayor factor de compra fue nuestro nuevo amigo Radeesh, quien me iba enseñando cómo crear melodías y ritmos. Disfrutamos tanto de nuestra visita que, luego de que Mar decidiera comprarle un djembe mediano, él nos ofreció darnos clases cada vez que fuéramos a su tienda. Esa acción fue la 1er señal de que el viaje tendría su magia a través de las vibraciones.
Me ponía muy contento recordar ese tiempo cuando tomé clases de percusiones en la universidad, fue un año en el que mi cuerpo se divirtió aprendiendo de ritmos latinos y africanos tocando los bongos, congas, y el mismo djembe. Radeesh aprovechó para darme clase también en este instrumento y poco a poco mis manos sabían qué hacer desde el gozo. La intención era despejar el camino a la memoria para traer de vuelta la conexión con esos ritmos llenos de vida y sonrisas. Bien sabía él lo que hacía (y más como vendedor) al reactivar en mí esa sensación de conectarme así con la música. (“Thank you my friend”, diría él.)
Por si no fuera suficiente, en la tarde del primer domingo asistimos a un estatic dance, en el que dentro de un shala estábamos alrededor de 40-50 personas, solo el DJ y nuestro profe de filosofía del yoga eran los únicos locales, el resto éramos extranjeros. El estilo de baile no era desconocido para mí, simplemente se trataba de dejarte llevar por el ritmo de la música tal como te lo pidiera tu cuerpo, no importando cómo se viera o qué hicieras, la intención era sentir la música —tipo mantras pero con música electrónica de fondo. Desde el primer instante me dejé llevar como si fuera una actividad que hubiera hecho por años, aunque en realidad me era familiar porque en verano pasado tomé un curso de terapia somática y ahí aprendí a que mi cuerpo expresara sus emociones mediante meditaciones & baile.
Fue tan liberador la hora que pasé ahí, en medio de la oscuridad y sintiendo las vibraciones en mis pies descalzos, que la sonrisa me duró toda la noche y sentí que me curó de todo malestar físico que sentía en ese entonces debido a la intensidad de las primeras clases de ashtanga-vinyasa y hatha.
Sin dejar de lado que el 14 de febrero, como te comenté en una carta anterior, hubo mucho baile. Entre que volví a sacar mis pasos de salsa y aprendí nuevos pasos con canciones modernas de India. Mi cuerpo extrañaba bailar y en los siguientes días no me limité para ello, más cuando fuimos a un antro en la playa en nuestro último sábado libre. Todo esto me sirvió para retomar confianza para próximas veces que salga en mi viaje y conocer a gente desde el baile.
Pasamos varias veces a saludar a Radeesh, pero fue hasta la tercer semana que él me prestó un djembe grande para practicar un poco más en compañía de Mar. Por alguna razón ese día llegué un tanto “fuera de ritmo” y me costaba seguir los ejercicios y le ponía mucha mente; así que en vez de frustrarme por ello me detuve a escuchar, tal como hago con varias cosas importantes en mi vida. Esta pausa fue clave, porque en vez de que la lógica mandara las instrucciones a mis manos, mejor dejé que las manos siguieran su propio flow y con ello, además de coordinarme con lo que tocaba Mar y Radeesh, contribuí a la sesión con esos ritmos que guardaba esa versión joven de mí y se sintió taaaaan maravilloso notar que, desde la ligereza y el gozo, mis manos se movían como si supieran qué hacer, qué disfrutar, qué expresar.
Tal era mi emoción que Radeesh aprovechó para decirme que debía comprar un djembe, la respuesta era clara y alineada desde mi intuición. Estuve probando con varios hasta elegir el djembe con el sonido (y por tanto sus vibraciones) que se sintiera estuviera hecho para mí. Más lo que tienes que saber es que había dos excusas clave para frenarme y evitar la compra. Primero que no tenía idea de cómo lo iba a transportar en el aeropuerto y mientras viajo por el norte de India, Vietnam y Bali en los siguientes meses. Segundo que otra vez quería regresar un mindset de carencia y no darme el permiso de recibir aquello que me hace sentir ligero y vivo. Pero nada de eso importó, lo primero lo resolví un día antes de partir de Varkala con una maleta especial que encontré en otra tienda, pero para lo segundo simplemente le pedí al universo sostenerme en su abundancia.
Lo que siento con mis nuevos “juguetes” es, en primer instancia, agradecimiento a ese Josh que 17 años antes eligió con pasión y curiosidad aprender de música para expresar sus sentimientos, por otra parte que ahora rescaté el baile para expresar lo que siente mi cuerpo, y por último que pronto jugaré con mi happy drum y el djembe para dedicarle a mi alma gemela el ritmo que vive en mí y que, en especial, continuaré dedicando esta forma de expresión a mi divinidad
Mi voz ya tiene liberado su ritmo, ahora vamos con su tono…
Aprendo a conectar con lo divino en mí para integrar mi voz
Anandamaya Kosha - Espiritual
En Septiembre pasado te platiqué de que Caro Pérez y mi maestra de yoga (Andrea) me introdujeron su devoción por los Mantras y que con ellos logré deshacer un nudo interno emocional para no solo despertar mi voz, también su potencia. Luego de una temporada de cierres en varios ciclos de la vida, por dentro mi alma sabía que era tiempo de moverse por nueva ruta para expresarse y al inicio le costó reconocerse en ella cuando no podía mantener un OM por más de 3-5 segundos.
Desde esa intención fue que llegó muy alineado Ganesha y su mantra:
—Om Gam Ganapataye Namaha
…con el que se abrió el camino entre el chakra del corazón y de la garganta para que conectara una versión de mi escritura intuitiva más enraízada y que experimentara desde mis rutinas conscientes una vida más expansiva.
Como te decía en la carta sobre la disciplina y la constancia, no se trató de que no fallara ni un solo día cantando este mantra para deshacer mi nudo, sino de unir distintas prácticas conscientes para abrir el corazón, expandir la capacidad respiratoria de mis pulmones o atreverme a decir un poco más de aquello que me guardo, tanto en mi escritura como en conversaciones o en terapia, etc.
Conforme más le confiaba a Ganesha en quitar los obstáculos, fue que cantar mantras en cada clase de yoga se sentía cada vez más en el corazón. Cada OM, cada Shanti, eran más sostenidos en el tiempo e intencionados. Así que me hice una playlist en Spotify para escucharla mientras tenía mis citas con mi artista cada miércoles antes de clase, o para alguna meditación en la mañana, a veces para escribir o para simplemente disfrutarla al trabajar o manejar.
Sin embargo en este YTT/TTC, además de renovar mi devoción por Ganesha (incluso con un tatuaje del que te llevo prometiendo la historia), pude conectar con el Gayatri Mantra, aquel que canta Andrea para cerrar sus clases presenciales y con el cual llena el espacio de luz con su voz; con él nos traía mucha paz al finalizar la práctica pero nunca pude aprendérmelo hasta que llegué acá.
Om Bhur Bhuvah Swaha, Tat Savitur Varenyam,
Bhargo Devasya Dheemahi, Dhiyo Yo Nah Prachodayãt.
Si bien tuve otras clases favoritas como la de “Yoga Sutras” o “Alineación y Ajustes”, la clase de “Chanting Mantras” resultó ser una medicina para mi voz e integrarla con mi transformación. Con el maestro Saji aprendíamos con suavidad a cantar y reconocer las vibración de los mantras antes de meditar. Con el maestro Sharan (que también nos enseñaba de los Yoga Sutras), practicábamos la pronunciación y a recitar mantras en el tono correcto y por supuesto, con mucha devoción. Los mantras se incluían todo el tiempo en nuestras clases, meditaciones, práctica física, a la hora de comer, y en cada momento que lo sintiéramos desde el corazón.
Cada mañana, antes de nuestra clase de Ashtanga Vinyasa, pasábamos unos 5-15 minutos para intencionar nuestro día repitiendo (japa) el mantra sugerido (OM Namah Shivaya) o el que eligiéramos (obvio yo el de Ganesha) usando nuestro propio mala —el cual por fin encontré en el Cliff de Varkala aquel con el que conectara genuinamente con su energía y color, incluso compré dos.
También en otro de nuestros domingos libres, aprovechamos para asistir a un Kirtan en el que Šárka se presentó para cantar bhajans y otros cantos sagrados de diversos lugares por el mundo a los que ella ha viajado. La vibra del lugar, el djembe y la guitarra en armonía, las palabras que nos pedían cantar, todo hacia su magia para que nuestras voces se escucharan y nuestros corazones conectaran, tanto para con otrxs como para con nosotros mismxs.
Ya muy alineado con la práctica de meditación con mantras, fue gracias a Sharan que aprendí el Gayatri Mantra y sobre su significado, que interpreto como:
— Meditamos conscientes del plano físico, mental y espiritual para invocar a la fuente de luz y de vida a que brinde nuestro intelecto de sabiduría e ilumine nuestro ser.
…así abrimos un canal para esa claridad que va más allá de la razón, para despejar la mente de la confusión y el ego, para conectar con el brillo de nuestra esencia y la verdad de nuestra intuición desde lo divino.
Y adelantándome a próximas reflexiones —que tengo varias pendientes jaja, quiero decirte que este mantra dejó huella profundamente en mí con su poder. Por ahora te puedo confesar que fue parte de mi primer clase de yoga (y que les sorprendió mi chanting a mis hermanas) y que además volví a cantarlo en una meditación muy especial al amanecer en un lugar sagrado del río Ganges donde alguna vez Buddha compartió su famoso discurso.
En fin, en cada oportunidad los mantras me permitían reconocer una voz que conectaba más con mi esencia divina, desde mi sankalpa, desde mi fuego, desde la provocación que siente mi alma por sentirse parte del todo y que se reconoce en él. No veo mi día sin el chanting a Ganesha desde mi japa mala al despertar o una práctica de asanas sin el Gayatri Mantra, o tan solo darme una pausa random en el día para respirar profundamente y pronunciar el OM desde un espacio de silencio y quietud para escuchar mi cuerpo, mis verdaderos anhelos, y lo que mi voz divina quiere transmitir a otrxs.
Mi voz tiene liberado un ritmo y tono, ahora vamos con su profundidad…
Claridad Mental para hablar de la vida desde la presencia
Manomaya Kosha - Mental
Al final de la segunda semana me apunté para a tener mi día de silencio, en el que además de estar desconectado de todo dispositivos electrónicos —algo que me encanta hacer de vez en cuando— y no tener permiso de hablar ni una palabra, la invitación era aprovechar la oportunidad para conectar uno mismo desde la quietud, la escucha y la diversidad de estímulos presentes.
A diferencia de varias de mis hermanas, para mí esta actividad no era un reto difícil porque puedo estar horas sin hablar con alguien, más bien lo veía como un regalo para mi solitud con el cual recargar mi energía, dejar lugar a las preguntas y pasarle la linterna a mi ermitaño para que integrara lo vivido hasta ese momento.
En las clases no hacía preguntas, en el día no me comunicaba con señas, y para responderle a alguien sólo regresaba una sonrisa como gesto de amabilidad o para confirmar que entendí alguna instrucción. Entre lo que más me costó fue no leer el libro que había empezado sobre los purushartas, tocar mi djembe en una clase de chanting mantras (aunque no hablara, para mí es una forma de expresarme con otros) y no reírme a carcajadas de las bromas imperdibles de Cela y Ana. Y en especial esto último, de convivir, ya que me pude hacer esta tarea tan sencilla desde mi personalidad y comodidad, y simplemente aislarme de todo el grupo; pero quise incomodarme en la tarea y quedarme en medio de todo estímulo de las conversaciones y del chisme del día jaja.
Me di tiempo para hacer journaling de sobra, porque fue lo único autorizado, y también para admirar la vista desde el balconcito de mi cuarto desde el que pude observar un hueco en un tronco con forma de corazón. En fin, el día de silencio me sirvió también para hacer un check-in de lo que me estaba dando tranquilidad hasta el momento y confirmé que la música y los mantras me traían a balance, que hubo sincronías y confirmaciones con mi equipo de luz que me llevaban mariposas a la puerta de mi cuarto o directamente a mi libreta durante una clase, y en especial resalto el sentido de pertenencia para con el grupo. Ellas eran lo que me impulsaba y me enraizaban al presente y a sacar lo mejor de la experiencia. Estaba dispuesto a no me perderme de conversaciones profundas con personas tan bellas.
Varias de esas pláticas se dieron desde el primer día que salimos del aeropuerto, y poco a poco se fueron dando con cada una de mis hermanas. Desde las primeras confesiones con Cela, Mar, Melissa y Monse (con quienes sigo viajando por el norte de India) hasta las conversaciones individuales en cafeterías, caminando por el cliff, en la playa o en los balconcitos fuera de las habitaciones con Adri, Ana, Andrea, Grace, Leire, Mariann, Pao, Pam, Sam y Steph. Y ni qué decir de las pláticas con otros de mis referentes Tenzin y Mary de quienes te hablaré en la próxima carta sobre el significado de mis nuevos tatuajes y la historia de ellxs que es wow!
“Sin querer queriendo”, a cada una de estas maravillosas personas les brindé un espacio seguro para contarnos nuestras historias, temores, creencias y anhelos, en especial yo escuchar más de las suyas que compartir de las mías.
Casi siempre que empezaba a escribir en mi journal o en mi Substack alguna de ellas llegaba y al instante dejaba la actividad de lado para escucharles. Al inicio les daba pena interrumpirme, pero lo que les respondía era que dedicarles la plática era parte de mi proceso creativo. Y en verdad no lo decía solo por amabilidad, genuinamente me nutría de lo que hablábamos y desahogábamos, de las emociones compartidas, de los puntos de inflexión que habían tenido para llegar a la India, de lo que significaba para ellas el yoga, su proceso de amor propio, sus próximos saltos de fe y su conexión con lo divino y la India.
También llegué a compartir momentos de calma y enfoque en el silencio con algunas de mis hermanas, que al igual que yo como ermitaño, también gozaban de la solitud y de aislarse brevemente para darle un espacio para su creatividad e introspección. Y en ello siento mucha gratitud, porque como lo llegamos a mencionar entre nosotros, no hubo nunca un juicio para este acto de cuidado, de protección, de conexión consigo mismxs. Es más, se procuraba que cada quien se diera esa pausa y permitirnos sentir todo.
Muchas reflexiones y lecciones que integré, para conmigo y para lo que vendrá en esta serie de cartas sobre el YTT/TTC e India, se alimentaron de esa profundidad, vulnerabilidad y honestidad a la que le dimos hogar con nuestras palabras y atención a lo que el otrx tenía por decir.
Te lo he contado antes, la magia de la presencia te lleva a dar saltos de consciencia dentro de ti. Y esa magia no podría llegar si no te das una pausa, si no te atreves a vivir en la pregunta, si no eliges escuchar lo que pasa a tu alrededor
-¿Cómo voy a hablar de la vida si no aprendo a escucharla?
-Pregunto al universo y estoy abierto a escuchar.
Fueron premisas y cuestionamientos que le compartí a Mel luego de sentarnos a intercambiar perspectivas de la vida, de cómo la abordamos y nos expresamos de ella. Y que gracias a la claridad mental del silencio, las conversaciones, los mantras, las asanas, la experiencia completa de la certificación fue que mi voz encontró su profundidad en su proceso y a la vez hacer más ligera la capa para conectar con un mensaje que le llene y del cual quiera escribir con sutileza, amplitud y convertirlo en su vocación.
Mientras más habitamos la magia de la presencia, aprendemos de los ritmos de la vida, los ciclos, el de la quietud y la expresión, el de la solitud y la pertenencia, el ritmo con el que limpiamos nuestra mente y energía para estar en sintonía con nuestra esencia divina. Y desde ahí es que nuestro reflejo, nuestra luz, trasciende.
Como diría Andrea inspirada en Rumi y las experiencias que compartió conmigo en el 1er episodio de Saltos de Consciencia Podcast:
“Yo soy un reflejo de la divinidad, soy parte de, soy una gota del oceáno y soy el mismo oceáno. Qué pasaría si me pido a mí en vez de afuera el que más es posible porque yo también tengo la divinidad en mí. ¿Cómo saber qué puedo darme con amor en la incomodidad, en la incertidumbre, en la confrontación, en la oscuridad que nos abraza para sanar nuestras heridas?”
Mi voz tiene liberado un ritmo y tono, ya reconoce su profundidad y desea conectar con más gozo para compartirse con potencia, sorpresa y amor.
Quedan más capas que contarte sobre esta liberación en la que me veo, escucho y siento asombrado, atractivo, integrado y obviamente activado desde mi fuego interno.
La expresión de mi voz auténtica es solo un aspecto y tal vez el más tangible, pero queda mucha magia, pasión y curiosidad que abordar en este viaje hacia el infinito.
Te mando un abrazo, al inicio de mi última semana desde India.
- Josh, Namasté.