Walk on with hope in your heart
La Rendición para encontrar más resiliencia, compasión, claridad y esperanza
Empecé esta reflexión el domingo por la noche, siéndote sincero me había planteado cortar esta racha de escribir cada semana en este espacio. En estas 2 últimas semanas me ha costado conectar con esa energía creativa para elegir diferente, para buscar sorprenderme, para conectar con mi escritura diaria, para cumplirme mi palabra.
Más continuando desde la esencia de las morning pages y estas palabras que tengo presente de
…es que desde ellas, me senté hoy (lunes) frente a la computadora con la intención de transmitirte un mensaje que tal vez te/me permita encontrar una luz de inspiración o una respuesta que esperabas escuchar y simplemente ver qué pasa al dejar que salgan mis pensamientos y sentimientos a través del teclado.
Escribir porque me nace transitar desde esta forma de expresión, porque me nace acompañarte así si estás pasando por algo similar, porque puedo sostenerme un poco más desde el poder de las palabras antes de volver a transformarme. Porque es desde esta libertad que me permito escucharme y encontrar mi versión más soberana, mi seguridad, mi fe.
Las últimas reflexiones que he compartido han salido desde el amor propio y con la esperanza de que te sirvan a ti también, más también son una manera de recordarme lo que está dentro de mí y tener esa claridad de las promesas que quiero cumplirme hoy, en este presente. Una forma de manifestar la fe que tengo en eso que hace tiempo predico y he integrado.
Contexto: Si bien no estoy estresado o angustiado como lo hubiera estado siendo workaholic, sé que vengo en esta curva de la vida en la que me sentía en un punto alto con mucha confianza y pasión por lo que he desarrollado a un punto bajo en el que me encuentro con poco entusiasmo y con la creatividad algo paralizada.
Trato de anclarme a mis Rutinas Conscientes para mantener una constancia, para ponerme en movimiento y tener energía para seguir emprendiendo, cumplir con mis proyectos freelance, y sobre todo, dar un poco más de amor a cada actividad que tengo por realizar. Hábitos que sé que no cumplo al 100 (y no es necesario hacerlo diario), más en el intento logro conseguir la energía justa sólo para el Hacer y dedicar (por qué así lo sentí desde la fatiga) pocos espacios para Ser desde la Magia de la Presencia.
Además de este estado de “brain fog” y con mi fuego interno en “piloto automático”, pareciera como si perdiera el impulso por evolucionar, como si me quedara en el limbo. Y va más allá de estar cansado, en apatía o triste, tal cual como se lo dije a Marce (mi terapeuta), creo que es una forma sutil de mi auto-sabotaje. Pienso que la mejor manera de ejemplificarlo sería:
Como si estuvieras practicando tiro con arco y después de tanto apuntar, de concentrarte en tu objetivo, de visualizar la flecha llegando a su destino, es que bajas los brazos desde ese cansancio, inseguridad por tirar y quieres tomar un respiro antes de volver a enfocar. Pero que al momento de regresar y lanzar la flecha, ya no sale con el mismo impulso y pareciera que solo hiciste el tiro por hacerlo, ya sea por liberarte de la presión del momento o por la necesidad de pasar a lo siguiente.
Estás escalando y sabes que tienes bien puesto tu arnés, con tus puntos de anclaje bien asegurados, con una cuerda fuerte y equipo de protección que te de la confianza de subir. Más imagina que tras escalar mucho tiempo en solitario, y haber subido tanto, te sabes que llegarás a la cima en algún punto pero ya no te importa caer tantas veces, porque de todos modos en algún punto llegarás. El esfuerzo ya es lo de menos, dejas de disfrutar el escalar esa misma ruta que previamente aseguraste y es solo hasta que encuentras nuevos desafíos que deseas tomar impulso.
Y ojo, no culpo o critico el hecho de querer tomar un break, tomar un respiro y descansar un poco, sino que quiero reflexionar en la actitud con la que luego afrontamos lo que viene. Estando ahí, la montaña o el blanco no cambiarán su lugar, lo que cambia en ti es la seguridad, recursos y pasión para continuar en tu lucha, por más que sepas lo importante de completarla. Lo que también se transforma es el anhelo para elegir nuevas montañas u objetivos a los que realmente quieres explorar o apuntar.
Creo que es más fácil salir de este valle emocional si sabes qué te duele más allá de lo que te inconforma, si decides salir de una vez por todas de ese punto de crisis, si algo se activa en ti para cambiar la narrativa y elegir no regresar a ella. Tal vez hayas durado mucho ahí, una gran parte de tu vida se escribió y seguramente te condicionó de cierta manera, pero cuando llegas a ese punto de inflexión el anhelo es inquebrantable, tus motivaciones pueden perdurar en el mediano-largo plazo, tus pasiones encuentran sus pilares y una nueva forma de tu propósito emerge. El impulso a evolucionar es inminente, un punto de no retorno en tu historia y creo que desde ahí es más sencillo alinearte a ese empuje que te deja avanzar en tu nueva intención.
En cambio en este limbo, entra mucho diálogo interno, intentando descifrar lo que te sucede, lidiando con la mente y tus emociones para descubrir lo que puedes hacer para navegar esta transición con mayor compasión contigo. No es que ya has perdido el rumbo, solo crees que es necesario regresar un poco por si dejaste escapar algo antes. Esperando toparte con algo que te encienda nuevamente, tal como leer tu libro favorito por segunda vez.
También reconoces que tu cuerpo no está en una batalla contigo, solo quiere ser escuchado desde alguna de sus formas y voces. Sabes que no lo has descuidado del todo ni lo has tratado mal, más te muestra síntomas con los que te habla para que le consientas un poco más; porque tu cuerpo sabe lo que vendrá, la energía que requerirá, el amor que necesita para completar este y próximos viajes conscientes.
Cuando perdemos presencia solemos irnos al ego que busca en la mente y el miedo lo que cree que le conviene. El ego que solo le interesa proteger sus propios intereses y a quien hay que decirle que no tiene nada de qué validar, que no tiene nada que temer, que no tiene nada que defender. Y al hablarle, reconocer lo que tu intuición, corazón y alma responden, de lo contrario quedas en este modo reactivo, ansioso y en alerta haciendo lo que tus condicionamientos te han llevado a repetir cada vez en la vida para estancarte, limitarte y sabotearte.
Querer encontrar todas las respuestas en este mar abierto de incertidumbre de querer saber cómo cambiarán las olas o cuándo y por dónde llegarás a puerto, solo te lleva al desgaste, en especial si no te detienes a observar, sentir y apreciar un poco más el momento dual en el que estás. Dejar de preocuparte por el pasado o el futuro, soltar expectativas y dejar que las cosas se muestren a ti tal cual son.
Podemos ser mas resilientes física, mental y emocionalmente si optamos por parar esa confusión y encontrar incluso confort en este caos. Permitirte estar en esta transición, consciente de que será temporal (y no lo deseas convertir permanente). Para tener esa claridad y trascender la confusión, hay que cultivar tiempo y espacio para encontrarte con la paz que trae tu intuición.
Pelear con esa confusión y resistirte a encontrar el orden en el caos, hace fuerte esa incertidumbre, distorsiona el ego y te lleva a la urgencia.
La lección es que en esta parte baja de la curva ya no tienes que analizar todo lo que te llevó ahí, no tienes que sentirte menos por tomar ese descanso, no tienes que sentirte mal por quedarte abajo. Siempre y cuando tú sepas que al subir no es necesario hacerlo con un impulso vacío (de sentido) hacia tu meta, que no necesitas correr ansiosx y adelantarte en tu proceso para regresar a ella, y más bien elige caminar un ritmo paciente donde puedes re-encontrar esa fe en ti, en tu ruta, en las fuerzas que te sostienen: “Camina, no corras”.
Este mantra que llegó a mí hace 6 años gracias a una amiga que me introdujo a los Podcasts:
Partamos que este mantra nos enseña de que no se trata de avanzar por avanzar, de crecer por crecer, que puedes desprenderte del resultado y dar gracias por lo que te brindará esta fuerza superior: la que conecta un todo, la que trae abundancia y prosperidad para ti. Que no tienes que preocuparte por el destino, sino por disfrutar con fe y paciencia tu viaje.
Este viaje es único y, conforme lo navegas, se hace cada vez más tuyo, mientras más lo aceptas y más lo aprendes a caminar. Tú eliges si decides verlo desde la presión, analizarlo, o moverte con frustración o amargura, tú decides si lo tomas como un reto, una oportunidad para cuestionar con el corazón, una invitación a no resistirte, a no quedarte atrás.
Y entonces, dejar de PENSAR en… ¿cómo ser más paciente, constante y dedicado? ¿Cómo continuar escalando, apuntando, recorriendo este camino si sientes que todo el peso está en tus hombros? ¿cómo encontrar la pasión para perseverar si incluso al caer o quedarte atrás crees que no pierdes nada?
Este punto “bajo” es parte de tu proceso, que es parte de la dualidad que toca experimentar para reconocer los dones con los que puedes conectar. Tus retos mentales no te definen, ni tampoco la presión que te llega por fuera, pero sí es la respuesta que tienes ante esos desafíos y creencias limitantes.
Solemos construir restricciones en lo “felices y exitosos” que podemos ser, porque creemos que es lo que merecemos. Estas se crean en nuestra mente porque no hay algo que les de sentido detrás, si solo vienen de esa presión externa, del ego o de sueños que no tienen un propósito, y entonces nos condicionamos a aceptar lo que “nos toca”, dejando de recibir lo que en nuestro potencial, crecimiento, valentía y esencia está abundantemente para nosotros. La Presencia nos permite conectar con todo ello, ir profundo y trascender lo que la mente impone para encontrar lo que el corazón anhela.
La gratitud también te ayuda a liberarte de la negatividad que te quita el impulso. En lugar de cargar con el peso de la crítica, el desgaste o la melancolía, puedes enfocarte en lo que has integrado en esta experiencia de quedarte “momentáneamente atrás”. Te permite avanzar con un corazón ligero y una mente abierta hacia las oportunidades que están reservadas para ti, no importando su forma y regalos que traen consigo.
Todo esto es parte de la Etapa de Disolución en la que tu viaje está lleno de opciones para desviarte, tomar supuestos atajos o quedarte estancadx; también está lleno de posibilidades para empezar a expandirte, para aprender a evolucionar, para descubrir que no estás solo para recorrerlo. Para muchos tal vez en un inicio no se vea así, pero te aseguro que es la parte más bella del Viaje Consciente, el punto de inflexión para “soltar tu escritura al mundo”.
En esta rendición encuentras la resiliencia, compasión y claridad para caminar, identificas un nuevo relato que te mueve al que te da significado, eso que es más grande que tu limbo, que tu break, que tu valle. Cuando enfrentes desafíos o dilemas, puedes recurrir a esa narrativa que nació desde la presencia y no desde lo que la mente analiza y que cree que te sucede.
Es una oportunidad para conectar con una fuerza superior, divina, que existe en ti y en tu entorno. La que te da la guía y sabiduría para que viejas versiones, limitantes y miedos mueran y dejar nacer una versión más integrada, flexible y congruente de ti. Una invitación a no entrar en una lucha contigo mismx y agradecer donde estás paradx y lo que eso divino tiene que ofrecerte, a permitirnos morir de cierta manera para ser libres de experimentar las nuevas posibilidades que nos aguardan.
Es una etapa en la que se pide una especie de sacrificio de ti para ser recompensado con un proceso de menor dolor, de menor trauma, con mayor equilibrio. Recuerda que tu viaje consciente es visto como una espiral de crecimiento, en la que conforme vas más arriba encuentras más capacidades y niveles de consciencia que se desbloquean conforme te tratas con más amabilidad y compasión en esos momentos donde se siente como si vuelves o cayeras al mismo punto de antes, donde la historia parece contar los mismos errores, situaciones o patrones.
Como emprendedores conscientes nuestro objetivo es darle otro significado a ese punto de dolor, de inseguridad, de culpa. Reconocer que contamos con más lecciones y recursos con los que podemos caminar con más esperanza.
En el último episodio de mi podcast lo mencioné brevemente, soy seguidor del equipo Liverpool FC, desde 1997 que sigo su filosofía como club. Y aunque de niño no lo entendía del todo, con el paso de los años me di cuenta como tanto la fiel afición, técnicos & jugadores y la ciudad entera se vive en completa devoción por el siguiente motto: “You’ll Never Walk Alone”, que está inspirado en la famosa canción de 1963 de la banda Gerry and the Pacemakers.
Su canción e himno del club, es cantado fervientemente antes y después de cada partido, como una manera de honrar la confianza, perseverancia y lealtad que se tiene para con el equipo, ya sea que gane o pierda, ya sea que lleven años sin ganar campeonatos o una racha como el mejor equipo del mundo. Este himno honra el superar adversidades, a conservar siempre la esperanza, a no dudar de quien eres y que siempre puedes confiar en que nunca caminarás solo si tienes esa fe/esperanza en tu corazón.
When you walk through a storm
Hold your head up high
And don't be afraid of the dark
At the end of a storm
There's a golden sky
And the sweet silver song of a lark
Walk on through the wind
Walk on through the rain
For your dreams be tossed and blown
Walk on, walk on
With hope in your heart
And you'll never walk alone
Cuando atravesamos la Etapa de Disolución, es natural sentirnos solos y desorientados, sin un mapa claro ni una brújula que nos guíe. Pero aquí es donde la esperanza entra en juego.
"Walk on with hope in your heart" es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros y desafiantes, podemos anclarnos en la esperanza. Es la convicción de que todo está en orden divino y que estamos siendo llevados hacia algo más grande y significativo.
En la etapa de disolución, la esperanza nos impulsa a seguir adelante, incluso cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor. Nos recuerda que cada final es también un nuevo comienzo, y que en cada desafío y cada pérdida hay una oportunidad para el crecimiento y la evolución.
Sé que puede ser una montaña rusa emocional, llena de incertidumbre y miedo a lo desconocido. Y también es un momento de profunda liberación, donde te permites soltar las cargas que ya no te sirven, las creencias limitantes y las expectativas que te han mantenido atrapado en un ciclo.
Recuerda, en medio de la disolución, hay una oportunidad única para reconectar contigo mismo en un nivel más profundo, para honrar tu intuición y permitir que tu verdadero propósito brille. Es un momento para abrazar la curiosidad y la flexibilidad, para permitirte ser moldeado por las experiencias que la vida te presenta.
Así que, cuando te encuentres en medio de esta etapa, permítete caminar con esperanza en tu corazón, sabiendo que, aunque el camino pueda ser difícil, estás siendo guiado hacia un destino de mayor plenitud y realización. Confía en que, al mantener viva la llama de la esperanza, eventualmente llegarás a un lugar de mayor luz y entendimiento.
🧘🏻♀️Te leo
Muy buen post Josh, a veces nos exigimos demasiado y simplemente hay aflojar ☺️
Me encanta el ritual de ese equipo y esa canción, salga lo que salga estará todo bien.
Un abrazo 🤗